- El pueblo de Casalarreina, en el epicentro turístico riojano, rescata el edificio semiarruinado (siglo XII) del capital americano que lo había adquirido, restaura cimientos y cubiertas, y lo incorpora al patrimonio local como tarjeta de visita

Trabajos de recuperación en la cubierta de la ermita de San Román de Ajuarte Ayuntamiento de Casalarreina
En los años noventa, los propietarios vendieron el terreno para levantar 200 chalés, potencial segunda residencia de los vecinos del norte (Bilbao, en particular) en busca de un lugar agradable de clima seco, que multiplica por ocho su población durante la temporada alta. Pero en 2008 explotó la célebre (y desafortunada) burbuja: la empresa cayó en el pozo del concurso de acreedores y sus felices planes saltaron por los aires. Los bancos y el capital americano se presentaron al rescate del terreno, con la ermita moribunda. Todavía no saben exactamente cómo, el Ayuntamiento de Casalarreina aprovechó el cúmulo de circunstancias desfavorables para hacerse con la propiedad del edificio, rescatarlo de la ruina y devolvérselo (no se sabe ni cuánto tiempo después) a sus vecinos. Aunque, si sorprendente es la historia resumida, es en los detalles donde radica el encanto de la operación de salvamento de la ermita riojana de San Román de Ajuarte.
“La ermita siempre había estado en propiedad privada: la utilizaron de granero y de cuadra, y se fue deteriorando; cuando se encontraba prácticamente en ruina le colocaron una cubierta de uralita para resguardar el interior, que se transformó en establo, con un abrevadero para los animales”, detalla el regidor.
“Cuando quebró la empresa constructora, que no llegó a poner un solo ladrillo, los bienes quedaron embargados y los bancos se hicieron cargo; parece ser que, a través del llamado banco malo, pasaron a un fondo de inversión, con mayoría de capital americano”, informa el alcalde de Casalarreina. Fue entonces cuando la ermita salió a la venta, dentro de una parcela de casi hectárea y media (13.238 metros cuadrados), por la cantidad de 70.000 euros. De salida, se abría una oportunidad, una nada despreciable. “Decidimos achuchar al nuevo propietario (el fondo de inversión) enviando un requerimiento exigiéndole el arreglo de la ermita, dado que habíamos apreciado su visible deterioro”, apunta Caperos, quien continúa: “Después de un tiempo, nos presentaron un proyecto de restauración cuya ejecución era costosa; nosotros seguimos achuchando y, cuando nos enteramos de que la habían puesto a la venta, sin siquiera informarnos, nos planteamos, casi como un sueño emocional, la opción de poder comprarla”.
La opción parecía sencilla, aunque solo en principio. “Fue una odisea contactar con esta gente; a través de la inmobiliaria les hicimos una oferta a la baja, en torno a 40.000 euros: nos dijeron que no, pero al poco tiempo, accedieron”, relata el regidor. La noticia, publicada en la web del Ayuntamiento de Casalarreina, desató la alegría en este municipio de 1.100 habitantes censados. Aquello tuvo lugar en abril de 2023. Desde entonces, la localidad se ha volcado en la reparación, comenzando por las cubiertas y los cimientos, pasando por la limpieza del interior, donde hallaron nuevos muros y compartimentos que explicaban el uso ganadero y agrícola al que se había sometido durante décadas.