Juicio por las inmatriculaciones

Visto para sentencia el proceso de la demanda del Ayuntamiento de Sangüesa contra el Arzobispado pamplonés.

La Iglesia registró en el año 2000 estos cuatro templos que Sangüesa considera municipales.

El juicio por la inmatriculación -inscripción en el registro de una propiedad- de cuatro ermitas de la comarca de Sangüesa en el año 2000 por parte de la Iglesia, quedo ayer visto para sentencia tras los testimonios de tres testigos y un perito. El Ayuntamiento de Sangüesa interpuso una demanda contra el Arzobispado de Pamplona al considerar que estos seculares inmuebles son de propiedad municipal.

Largo, farragoso y muy complejo, el juicio celebrado ayer en Aoiz deambuló por ocho siglos de historia, códigos del siglo XIII, el código civil y el canónico, las “decretales pontificias” de Gregorio IX o la desamortización de Mendizábal. Los cuatro edificios en conflicto son todos medievales: la ermita de San Babil (1503], la ermita de la Nora (al menos siglo XIV), la ermita de la Virgen del Camino y la ermita del Socorro.

Gran parte do las diatribas se produjeron entre el abogado del Ayuntamiento de Sangüesa, Antonio Madurga, y el perito, archivero del Parlamento de Navarra, doctor en Historia y miembro de la Real Academia de Historia, Luis Javier Fortún Pérez do Ciriza, cuyo testimonio podría quedar en suspenso en el caso de prosperar la protesta del Letrado demandante, al considerar que no puede actuar como perito, por incompatibilidad de su cargo como funcionario y por no ser elegido para tal fin por la Junta de la Academia de Historia. Su testimonio avala por completo la tesis del Arzobispado.

Propiedad o Patronato

¿Propiedad o patronato? Son las dos figuras en disputa, con argumentaciones legales e incluso códigos de distintos ámbitos con siglos de diferencia. “Con las decretales de Gregorio IX de 1234, las nuevas iglesias pasan a regirse por el derecho de patronato”, explicaba ayer Fortún. El punto de partida es que en el alto Medioevo, había señores que construían un templo cristiano y cobraban el diezmo y las colectas. Con Gregorio IX y el derecho de patronato, esas propiedades pasarían a la iglesia y sus auspiciadores recibirían “derechos honoríficos, como el espacio reservado en el templo o la posibilidad de colocar escudo de la villa o del noble en la iglesia”, dijo Fortún.

Madurga trató de sacar la argumentación del derecho canónico  -“la iglesia castigaba con la excomunión no cumplir el derecho de patronato”- para llevarlo al derecho civil y a documentos de la historia más reciente.

Concretamente se refirió a una petición por parte del Arzobispado de Pamplona a mediados del siglo XX, en la que solicitaba al Ayuntamiento la titularidad de la ermita de San Babil, hecho este que demostraría la propiedad municipal del templo. También se refirió a los inventarios del ayuntamiento sangüesino de 1929, 1952 y 1954 en los que figuran los cuatro templos como propiedad pública.

Los otros tres testigos del juicio fueron el ermitaño de San Babil, Javier Gómez, nombrado por partida doble -por el ayuntamiento y por la Asociación Horizonte, encargada del mantenimiento del templo-; el sangüesino Javier Estalobite y el actual y único párroco de Sangüesa (titular de las dos parroquias), José María Martincorena. Preguntado sobre la inmatriculación de las cuatro ermitas y si se presentó alguna documentación de la titularidad de la iglesia, respondió con un escueto, “no me consta”.

La ermita de 589 m2

Uno de los datos desvelados ayer es que la Iglesia registró la ermita de la Nora con una superficie de 589 metros cuadrados, cuando sus dimensiones reales son de 60. Si bien el párroco Marticorena ya dijo en su testimonio que era “minúscula”, otro de los testigos, comenzó diciendo que tendía en torno a los 140 metros cuadrados. Conforme avanzaba su testimonio la ermita llegó a alcanzar casi 300 metros cuadrados.

Cuatro ermitas y sus cuidadores

1. San Babil. Su cuidado ha estado históricamente vinculado a la Asociación Horizonte. Javier Gómez, miembro de la junta, fu nombrado ermitaño por la propia asociación, y después por el Ayuntamiento. El encarna la aspiración de clero y corporación.

  1. La Nora. Esta ermita ha estado supervisada por la Coral Nora. Tiene dos días de culto al año. Es la más pequeña de todas, pese a que el Arzobispado la registró con una superficie de 589 metros cuadrados.
  2. Virgen del Socorro. Esta ermita ha estado atendida históricamente por los labradores, que se hacían cargo de ella voluntariamente. El abogado del Arzobispado citó al escritor Jimeno Jerío para atribuir su titularidad la Iglesia según el derecho de patronato.
  3. Virgen del Camino. Es la peor conservada. El Ayuntamiento negó la licencia al Arzobispado para su restauración por las inmatriculaciones.

*Miembros de la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro protestan ayer ante el juzgado de Aoiz.

Diario de Navarra, 92/06/2017


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