El litigio existente en Nafarroa sobre la polémica privatización de patrimonio público por parte de la jerarquía eclesiástica no ha impedido que el Gobierno de UPN continúe financiando la restauración de bienes que ahora pertenecen en exclusiva al arzobispado.
Al mismo tiempo que eso ocurría, el Gobierno de UPN estaba pagando obras en la iglesia-fortaleza por valor de 700.000 euros. José Mari Esparza, miembro de la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro-Nafarroako Ondasunaren Defentsarako Plataforma, recuerda que a lo largo de los siglos el pueblo navarro «ha mantenido y enriquecido» el complejo defensivo de Uxue en su doble vertiente de fortaleza del reino y lugar religioso. «De ahí el nombre de Santa María la Real», explica.
A su juicio, «es indiscutible que la propiedad histórica y la titularidad real de este lugar pertenecen al pueblo navarro, representado por su Gobierno, que es además quien lo mantiene». Por ello, exige en nombre de la Plataforma la vuelta de la iglesia-fortaleza de Uxue a su estado anterior al año 2006, es decir, a la fecha en que fue privatizada por la jerarquía de la Iglesia católica. «Mientras esto no ocurra -argumenta- se debe condicionar toda ayuda pública a conseguir ese fin, ya que la sociedad navarra no puede ni debe estar financiando in aeternum una propiedad privada».
Por otro lado, esta misma Plataforma informa de que desde hace algún tiempo se viene detectando en Uxue la falta de numerosos objetos artísticos, además de altares, libros antiguos y objetos de plata.
Igualmente, ha constatado que en el transcurso de las actuales obras se han llevado el órgano de la iglesia. «No sabemos con qué intenciones, pero esperamos que no sean las mismas que con el desaparecido órgano de Artajona», comenta el presidente de esta Plataforma, Pedro Leoz, al tiempo que exige a los organismos responsables que den explicaciones públicas sobre el paradero y la situación de todos estos bienes.
Consecuencias en los pueblos
La apropiación de patrimonio público por parte del arzobispado ya está teniendo consecuencias directas en diversos pueblos de Nafarroa, sobre todo después de la edición del libro «Escándalo monumental. La privatización de las iglesias, ermitas, casas, tierras y otros bienes públicos de Navarra», que ha tenido una gran acogida y ya va por su segunda edición. Un ejemplo es el del Ayuntamiento de Arronitz, que recientemente ha aprobado en pleno una moción mediante la que decide no invertir en propiedades de la Iglesia católica, ni concederle subvenciones, debido a que la diócesis ha escriturado varios inmuebles de esta localidad.
En los últimos años se ha apropiado de la parroquia de San Salvador y el atrio, así como de las ermitas de Santa María de las Viñas, Santa Cecilia, San Pedro y Nuestra Señora de los Remedios. Además, y según expuso el concejal Carmelo Etxeberria, también ha inmatriculado la basílica de Mendia y tres fincas. Este mismo edil planteó que el Ayuntamiento no realice trabajos de mantenimiento en jardines y arbolado que estén en los recintos o propiedades de la diócesis, así como que se suprima la exención del pago de la contribución territorial a la Iglesia, pero ambas propuestas fueron rechazadas.
Por su parte, el Ayuntamiento de Antsoain pidió al arzobispado que restituya al pueblo la propiedad del solar de la iglesia vieja, y el de Zangoza encargó un informe jurídico para que determine si procede reclamar por vía legal la propiedad de cuatro ermitas que inmatriculó la diócesis. Otro caso significativo es Eraul, cuyos vecinos han denunciado que el arzobispado ha vendido la casa parroquial por unos 90.000 euros
Muskilda es una de las ermitas más emblemáticas del Pirineo vasco. Su apropiación por parte de la diócesis ha generado un profundo malestar entre los vecinos de Otsagabia, que reclaman su devolución. Recientemente tuvo lugar en el pueblo un debate al que asistieron representantes del arzobispado y alrededor de 150 vecinos, así como miembros de la Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro. El debate fue bastante crispado, incluso con abucheos hacia los representantes del arzobispado. «El patronato gestiona la ermita, la cuida y pone la pasta, y luego llegáis vosotros y la registráis a vuestro nombre», les reprochó un vecino.
Gara, 22/02/2010