Hace unos días, como dispongo de tiempo libre, soy jubilado, decido revivir tiempos pasados. Empiezo por la Catedral de Pamplona, que tan emotivos recuerdos me trae desde la infancia.
No puede ser: al entrar me dicen que tengo que pagar. Les contesto que soy navarro y que el Gobierno de esta comunidad está, en su mayor parte, subvencionado y manteniendo el templo con el dinero de todos. En vano. Son 5 euros. ¡La casa de mi Padre se ha convertido en cueva…!
Dando vueltas al billete de entrada me doy cuenta de que no figura el IVA. ¿Fallo de impresión? ¿Exención privilegiada? ¿Será posible que este negocio o comercio esté exento con la que está cayendo? Si me lo dijeran de los locales de Cáritas, lo entendería. Pero estos señores, ¿qué aportan a esta dolorida y empobrecida sociedad? ¿Realmente este templo les pertenece? Tengo entendido que en el extranjero los templos en los que cobran entrada pertenecen al Estado, pero este no: este pertenece a todos los navarros, católicos o no, porque ellos, sus antepasados o sus representantes, durante muchas generaciones han sostenido y mantenido todos y cada uno de los templos de esta comunidad con su dinero, con su trabajo personal o con ambos.
Podrán tener todas las leyes de su parte, ¡oh maravillas de la política!, pero una cosa es la ley y otra la justicia. Lo malo, lo triste es, a la vista está, que han olvidado la parte más importante de la doctrina del nazareno.
No sé, pero me parece que si el de Nazareth levantara la cabeza…, se haría de nuevo con un látigo.
Contrariado, y por ello nada predispuesto al recogimiento que nuestro templo inspira a los que de niños acudíamos a él, sigo contemplando sus tesoros sin entender para nada la actitud de estos dirigentes eclesiásticos nuestros.
Soy consciente de que dentro de la Iglesia católica hay personas e instituciones verdaderamente admirables por su entrega y altruismo, pero su jerarquía se esconde y parapeta detrás de ellos para conservar prebendas y privilegios que, además, gestionan deplorablemente. Dónde está aquello de «vende cuanto tienes, dáselo a los pobres, y luego ven y sígueme…». Y aquel hombre se entristeció porque era un hombre rico…
Es por eso, y porque fervientemente deseo que nuestros dirigentes eclesiásticos retomen de nuevo la senda de la doctrina de Jesús: pobreza, humildad, caridad (solidaridad), que pienso acudir a la concentración que la Plataforma para la Defensa del Pueblo Navarro ha convocado para hoy sábado, 29 de diciembre, en la plaza situada delante del Arzobispado.
Álvaro Calderón (Miembro de la Plataforma)